En la esquina de la Roosevelt Avenue, en Jackson Heights, el olor a arepas y tacos se mezcla con un murmullo constante: “¿Escuchaste lo que pasa en California?”. En bodegas, puestos de jugos y salones de belleza, el tema se repite. Una noticia que viene del otro lado del país tiene en alerta a muchos aquí: el gobierno de Trump pidió a la Corte Suprema que permita otra vez operativos migratorios que, según defensores, se basan en el perfil racial.
Todo comenzó con una decisión de una jueza federal en Los Ángeles que prohibió detener personas solo por hablar español, tener rasgos latinos o vivir en barrios donde abundan los indocumentados. Desde junio, esas redadas móviles —camionetas de ICE que aparecían sin aviso en estacionamientos de tiendas y mercados— están frenadas.
Pero Washington no está conforme.
“Es como si te señalaran sin conocerte”
En un café pequeño de la 82nd Street, Miriam, originaria de Puebla, se sirve un café con leche mientras habla en voz baja:
—No importa si uno está trabajando o comprando pan, ellos ya te miran como si supieran tu vida.
A su lado, José, un repartidor hondureño, recuerda cómo hace dos años vio una redada en Corona:
—Yo me quedé quieto, pero vi cómo agarraron a un señor que solo estaba esperando un taxi. Ni preguntaron mucho.
Para ellos, la idea de que la Corte Suprema le dé la razón al gobierno es una amenaza real. “Si pasa allá, lo van a traer aquí”, asegura Miriam.
La postura oficial y la respuesta
El Departamento de Justicia sostiene que la orden de la jueza “limita peligrosamente” el trabajo de ICE y que el idioma o la ubicación pueden ser pistas útiles para encontrar a personas sin papeles.
Grupos de derechos civiles, como la ACLU, contestan que eso es exactamente lo que convierte a cualquier latino en sospechoso, sin importar su estatus.
El Bronx y Brooklyn, atentos
En el Bronx, algunos líderes comunitarios ya están organizando talleres sobre derechos en caso de una redada. En Sunset Park, Brooklyn, los vecinos hablan de tener “un plan” para avisar por WhatsApp si ICE aparece.
Luis, un joven salvadoreño que trabaja en construcción, lo resume así:
—Aquí no hay que esperar a que toque tu puerta. Si ellos ganan ese caso, todos tenemos que estar listos.
Por ahora, la comunidad latina en Nueva York sigue atenta. Entre el ruido del tren 7 y las conversaciones en español que llenan las calles, la pregunta queda en el aire: ¿será que las redadas que se frenaron en California vuelvan… y esta vez en nuestra propia cuadra?








